Aquellos labios de azahar que sorbían amaneceres han dejado sueños de la mano del viento. La mirada solo un río creciente a la caída de la noche fugábase con las estrellas. Ahora la sonrisa viste un hermoso silencio y la palabra lo envidia asumiendo derrotas y tristes juicios. Vaga el alma vaga como ojos sin día como estrellas sin noche.