
BÚSQUEDA
Abandonadas conchas
son refugio de ermitaños.
No soy la egipcia que pisa arenas errantes
Tampoco quien ha volteado aguas
y guarda el secreto de tus labios.
Sencillamente soy quien despunta estrellas
y te llama en el silencio
que atesora el pozo de la locura
ó desde las tinieblas
cuando mis dedos buscan el roce
de las llamas del infierno.
Ahora me siento a la orilla del tiempo
para contemplar desde el amor
la ausencia de huellas
y este desierto que solo es eso: desierto.