El silencio es un espejo de agua
donde tus ojos entregan al amor
la piedra muda que junto al árbol
anida su propio universo.
Esos labios pronuncian líquidas palabras
y en la timidez de la lengua
rozan tus dedos
que acarician la piel del violonchelo.
No me quedé con tu agónica mirada
ni con el desierto de tus ojos sembrado de
estrellas.
ni con el último soplo.
No sentí tu mano helada rozando la mía
ni tu cuerpo derrotado por la vida.
Tus labios como hojas yertas caen.
Y tus pupilas se van en una nube extraña
bien sabes
que el invierno regresa como tu recuerdo